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Cómo ayudar a un familiar discapacitado a vivir una vida enriquecedora

Sabemos que la vida con una discapacidad puede ser tan plena, feliz y completa como la de cualquier otra persona. Por supuesto, vivir con una discapacidad puede tener sus retos, y a veces puede ser frustrante, agotador y un trabajo duro. Sin embargo, con los apoyos adecuados, cualquier reto puede superarse. El apoyo se presenta de muchas formas, pero lo más frecuente es que el apoyo cotidiano lo presten personas de la familia inmediata o extensa: hermanos y hermanas, padres, hijos adultos o nietos.

Es muy posible que los familiares de una persona discapacitada quieran hacer todo lo posible por ayudarla, pero también es posible que no sepan muy bien qué hacer o que, sin querer, hagan cosas bienintencionadas que en realidad no ayudan en absoluto.
He aquí una guía de lo que pueden hacer los familiares para ayudar a una persona discapacitada a aprovechar la vida tanto como cualquier otra.

  1. Hablar con la persona sobre sus preferencias

Esto puede parecer demasiado obvio, pero a menudo la gente pasa por alto esta idea tan básica. Una persona con discapacidad es solo eso, una persona, ante todo con sus propias esperanzas, sueños, frustraciones y manías.
A menudo, vivir con una discapacidad significa que hay que aceptar la ayuda de los demás, venga de la forma que venga. Puede ocurrir que alguien lleve años ofreciendo ayuda de una determinada manera y la persona la acepte, porque no sabe decir basta o prefiero que se haga de otra forma. En lugar de seguir adelante sin más, piense cómo se sentiría y asegúrese de hablar con la persona a la que está ayudando sobre qué sería lo mejor para ella.

  1. La inclusión es clave

La inclusión está en el corazón de cualquier persona que lleve una vida rica y plena. La inclusión consiste en acabar con los impedimentos y permitir que cualquier persona participe en nuestro mundo más amplio, independientemente de quién sea, de cómo sea, de dónde proceda y de si tiene cuerpo completo o una discapacidad.
El mundo en general aspira a la inclusión, y esto debería empezar en el hogar de cualquier persona con discapacidad. En casa todos deben sentirse incluidos, seguros y capaces.
Si un miembro de la familia tiene una discapacidad, asegúrese de que la casa está diseñada para atender sus necesidades tanto como las de los demás. Realice adaptaciones en la vivienda para hacerla accesible. En familia, procure incluir a todos en las vacaciones, decisiones, actividades y ocasiones, y tenga siempre en cuenta las necesidades de todos.

  1. Ayudar a fomentar confianza

Se ha demostrado que tener una discapacidad puede afectar realmente a la confianza de una persona, ya sea a la hora de salir a la calle por la ansiedad de desplazarse, a la hora de conocer gente o en cuestiones de autoestima en el lugar de trabajo.
Para muchos estos no son problemas, pero para los que sí los sufren, los miembros de su familia son clave para ayudar a fomentar la confianza. Por supuesto, las cuestiones variarán de una persona a otra en función de sus propias circunstancias y de cómo les afecte su discapacidad.
Ser consciente de la posibilidad de falta de confianza en determinadas situaciones es el primer paso. Hable con su familiar para hacerle saber que le cubre las espaldas y averigüe si puede hacer algo para ayudarle. Anímele y ofrézcale apoyo moral, e intente encontrar formas prácticas de ayudarle con las cosas que más le preocupen.

  1. Apoyo práctico
    Ofrecer apoyo práctico no tiene por qué parecer condescendiente, siempre que se consulte a la persona por la que lo hace, ya sea ofreciéndose a llevar o acompañar a su familiar de excursión o a una cita, a hacer la compra o a arreglar algo en su casa. La ayuda práctica puede consistir en cualquier cosa que haga la vida un poco más fácil a una persona con discapacidad. Llevar a cabo tareas cotidianas puede ayudar a conservar la energía de alguien que puede estar muy cansado como consecuencia de su discapacidad o reducir la preocupación por hacer las cosas de alguien con una discapacidad física.
    Otro apoyo práctico puede ser algo tan sencillo como entender la medicación de alguien, y conocer las dosis y los horarios, para disminuir la carga mental. Otra posibilidad es que usted se encargue de la información jurídica sobre la enfermedad de una persona, se informe sobre sus derechos laborales o su seguro médico, si la persona dice que eso le ayudaría.
  1. Haga de la vida social un ingrediente clave
    Todos necesitamos una vida social para sentirnos seres humanos completos. A menudo, salir a la vida social puede resultar difícil para una persona con discapacidad, y puede que no se le dé prioridad en el gran esquema de las cosas. Los sentimientos de aislamiento son muy comunes entre las personas con discapacidad, y una vida social puede contribuir en gran medida a solucionarlo. Como familiar de una persona con discapacidad, usted puede convertirlo en una prioridad. Ya sea organizando encuentros con viejos amigos, buscando nuevas actividades y grupos sociales a los que pueda asistir su familiar, o incluso encontrando una comunidad virtual de la que pueda formar parte, usted puede ayudar a poner en marcha la iniciativa.
    Si la confianza es escasa, puede ofrecerse a acompañarle. O si el transporte es difícil, ofrézcase a conducir y recogerle al final. Sea lo que sea, asegúrese de que no se ignore la vida social.